14 de octubre
XXVIII Domingo
He 4, 12-13 La Palabra de Dio es viva y eficaz
Tu palabra es eterna y eficaz, más dulce que un panal, más preciosa que el oro fino, la paladeo, la rumio, me alimenta, me nutre aunque yo no sepa como. Tu Palabra se pronuncia sobre mí, me acaricia, me enternece, me abraza, me estrecha, me duele, me sana, me salva. Tú Palabra; Señor, que cada día llega como el sol, me ilumina, me vivifica, me hace más tuyo.
Es como el viento que aletea y airea y corre veloz
Tu palabra es viva y eficaz. Tu palabra la escucho, la rumio, la saboreo… Ella me acompaña, me lleva, me habla, me dirige… Tu palabra es mi alimento, el aire que respiro, el abrazo que me llena…
Meditando hoy sobre tu palabra, Señor, sé que es necesaria en mi vida, en mi caminar diario.
Me quedo con el libro de la sabiduría: «el oro a su lado es un poco de arena y junto a ella, la plata vale lo que el barro; me propuse tenerla por luz porque su resplandor no tiene ocaso».
Me miras con cariño aún sabiendo que voy a errar
me sostienes y acompañas conociendo que te olvidaré
y me enseñas que en una sóla gota de rocío resplandece completo tu mensaje