2 de febrero
Presentación de Nuestro Señor
Lc 2, 22-40 El espíritu santo moraba en él
Gracias, Señor, por el don de la vida religiosa a la Iglesia. Gracias por la vida contemplativa, por los monjes y mojas que en la soledad y el silencio son signo de la radicalidad que lleva a tu plenitud. Gracias por las órdenes y congregaciones de vida activa, dedicadas a tantos ministerios, que son signo de tu presencia liberadora en nuestro mundo. Tu Espíritu suscita la vida religiosa, la mantiene, y la hace fecunda. Gracias.
Hoy quiero pedirte Señor, por tantas personas que han consagrado sus vidas.
Ellas/os están en continua unión contigo, pidiendo por éste mundo tan descreído.
Saben que sin Ti, nada puede caminar hacía el bien, las vida pierde sentido,
el hombre deja de ser humano, utiliza la fuerza en vez del Amor.
Te doy gracias por su generosidad, también te ruego despiertes los corazones,
para que sigan habiendo personas generosas en su entrega.
Nuestra Hora santa, será por todo los consagrados.