27 de julio
Sábado XVI
Mt 13, 24-30 Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña
Pongo en tus manos, Señor, mi corazón, el campo de tu trigo y mi cizaña. Se me bendecido por ti, regalado por ti, agraciado por ti, espigado para ti. Se me también lleno de la cizaña de mi sensualidad en el deseo, en la mirada, en lo que me separa de ti. Pero tú me mantienes en tus delicias, y me vences.