4 de octubre
San Francisco de Asís
Gálatas 6, 14-18 Dios me libre de gloriarme
Dios me libre de gloriarme sino es en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, Dios me libre de abrazar otro camino que no sea el de Cristo, en el su humillación, el de su pobreza, el de su amor a los pobres y a los excluidos de la sociedad. Solo tú, Señor, eres el lote de mi heredad y mi copa. Solo tú me instruyes internamente. Solo tú puedes unirme a ti, Señor de mi vida.
Estremeces tu mar
con tanta indignidad.
La vergüenza clama al cielo.
Descienda tu tormenta
Dispara tus saetas
y desbarátanos.
Tu diluvio universal
ahogue nuestro egoísmo
como nuestro egoísmo
ahoga a nuestros hermanos,
a tus hijos predilectos.
Ten piedad de nosotros
«Estamos hoy abrumados de vergüenza … con nuestros reyes y gobernantes con nuestros sacerdotes, profetas y antepasados. Porque hemos pecado ante el Señor, le hemos desobedecido, no hemos escuchado la voz del Señor Dios nuestro y no hemos cumplido los mandamientos que él nos había dado“ (Baruc 1, 15-18)
¡¡La Gloría será siempre pata ti Señor!! Quiero ser humilde, reconocer que todo lo que tengo y soy lo recibo diariamente de el amor que me tiene. Mi mayor alegría es saberme unida a Ti.
Hombres, mujeres y niños, huyen de la miseria que les asola, pero en su viaje chocan contra la indiferencia de los que ya se sienten asentados, en el cercano, pero distante continente.
La mayoría perecen, y el resto, los supervivientes, ¿serán acogidos en algún lugar? ¿los dejaremos vivir?