28 de noviembre
martes XXIV
Dn 2, 31-45 Una estatua enorme y su brillo extraordinario
Vanidad de vanidades, la estupidez del poder, del prestigio, de la apariencia, del consumo, que nos trastorna. Oropeles de hoy, polvo y nada del mañana. Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Cabeza de oro, hueca, pecho y brazos de plata, vientre de bronce, piernas de hierro, pies de barro. Una pequeña piedra, sin intervención humana se desprende y hace pedazos los pies. Y todo se desmorona. Mientras tú, Dios de misericordia, miras con compasión de tanta vanidad inútil de tanto tiempo tratando de ser lo que uno no es, envuelto en infelicidad.
Todo lo que no se base enel Espiritu se desmoronara.Gracias Señor por estar en mi.