29 de marzo
Martes de la octava de Pascua
Jn 20, 11-18 ¡María!
Di mi nombre, Señor, llena de alas mi corazón, envuelve mis entrañas con el vuelo de tu amor, derrama tu flor en mi pecho ardiente, lléname de tu dulzura pascual, enciende mi ser en el rojo de tu pasión, en el blanco limpio de tu resurrección, baila con el sol de esta mañana, rompe la tela de este dulce encuentro.
Autor: Nano SM
Religioso Marianista, sacerdote. Actualmente trabajo en la pastoral de un colegio en Madrid, precisamente donde estudié y sentí la llamada a la vocación religiosa.
Desde hace tres años escribo cada día un comentario a la Palabra de Dios, que me ayuda a encarnarla y a darla a los demás. De alguna manera participo en la misión de María, dando a Jesús, dando su Palabra.
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Tu Pasión y muerte, Señor, estremece y altera el ánimo. Pues así alcanzaste, con tu dolor y tu agonía en la Cruz, la filiación de la humanidad con Dios.
Y al rayar el alba, antes de salir el sol, resucitaste para volver al Padre.