Amor de mi alma

22 de julio
Viernes XVI

Cantar 3, 14 En mi cama, por la noche,…

buscaba al amor de mi alma: lo busqué y no lo encontré.
Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad:
-«¿Visteis al amor de mi alma?»
Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma.

Sean bienhalladas estas palabras, que manifiestan mis anhelos y deseos de ti.

Exodo IV

21 de julio
Jueves XVI

Ex 19, 1-2.9-11.16-20 El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.

Siempre apareces, Señor. Muchas veces en la cumbre de la montaña. Para ir allí me llamas. Allí te manifiestas, muestras tu palabra y tu rostro. Allí caigo admirado y te adoro. La cumbre de la montaña, en lo alto y en lo bajo, en la cordillera y en medio de las plazas, en la soledad y en la multitud. Allí me llamas. Allí te adoro.

Exodo III

20 de julio
Miércoles XVI

Ex 16, 1-5.9-15 Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto

Descendemos en el abismo de los reproches. Echarte en cara tu actuación. Preferir la muerte ( con una olla repleta de cebollas) a el vagar por la aridez del desierto, con tu diestra amparándonos, con tu presencia guiándonos. Pero no cejas en tu misericordia. A pesar de las murmuraciones harás llover pan del cielo, y las codornices vendrán para saciar nuestra sed de carne. Porque tú, Señor, nunca nos abandonas. Aunque a veces nos sintamos perdidos.

Exodo II

9 de julio
Martes XVI
Ex 15, 8-9.10.12.17 Pero sopló tu aliento

Al soplo de tu nariz se amontonaron las aguas, alcanzaron la salvación. Siempre tu Espíritu, tu aliento, revoloteando sobre la faz de la tierra, regalándonos el ser en ti, el ser tuyos, el ser para tu gloria, el ser pascua y memorial de salvación. Cada vez que soplas tu aliento sobre mí, Señor, revive mi carne reseca y el corazón de piedra comienza, de nuevo, a ser el corazón de carne que tú pones en mí.

Exodo I

18 de julio
Lunes XVI

Ex 14, 5-18 ¿No habla sepulcros en Egipto?, nos has traído a morir en el desierto

El reproche, la falta de confianza, la nostalgia de la esclavitud. Siendo esclavo mantengo la vida, pienso. ¿Pero que es una vida sin alcanzar tu salvación, sin disfrutar la liberación que me ofreces? ¿Qué es una vida entre sepulcros, haciendo adobes de desesperación, cuándo me das la posibilidad de atravesar el mar a pié enjuto y llegar a la Tierra Prometida?

Debilidad

17 de julio
Domingo XVI
Rm 8, 26-27 El espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad

Tu espíritu, Señor. El espíritu de prudencia y sabiduría,  el espíritu de consejo y valentía, el espíritu de ciencia y temor del Señor. Tú conoces mis debilidades, y por ello me vienes a asistir, a fortalecer, a consolidar con la fuerza de tu Espíritu. Pues sin ti nada soy, Señor. En mi debilidad tú me haces fuerte.

Virgen del Carmen

16 de julio
Nuestra Señora del Carmen

Salmo 135 Porque es eterna tu misericordia

Es la letanía que continuamente se repite en este salmo, recordando las acciones que has hecho a favor de tu pueblo, de cada uno de nosotros, desde la creación y la redención. Es eterna tu misericordia, cantó María en el Magníficat. Tu misericordia es infinita, como el mar, y no tiene principio ni fin. La advocación del Carmen nos pone ante tu misericordia, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Moisés IV

15 de julio
Viernes XV

Ex 11, 10-12.14 Este día será para vosotros memorable

Tu paso, Señor, por nuestra vida, en medio de nuestro pueblo, liberando, restaurando la dignidad. Tu paso cuando estamos preparados para celebrarte, mientras nos disponemos a partir hacia donde tú señales. La Pascua, Señor, día memorable, en el que nos ofreces la salvación. La pascua que lelga cada día en la celebración de la eucaristía.

Moisés II

13 de julio
Miércoles XV

Ex 3, 1-6.9-12  Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable

Estar atento a lo admirable en medio de lo habitual. Acercarme. Mirar, siempre la mirada exterior para afinar la mirada interior y poder ver más allá, verte. Es el inicio de la vocación, del contacto personal contigo, de tu irrupción en la vida de Moisés, en mi vida. Y luego descalzarme, decirte, de nuevo, aquí estoy, recibir la misión para la que no tengo fuerzas. En Moisés nos lo señalas, Señor.