Cerca

16 de diciembre
III Domingo de adviento

Fil 4, 4-7 El Señor está cerca

Cierro los ojos y e veo cercano. Aguzo el oído y escucho el paso imperceptible de tu venida. Alienta mi corazón porque te presiente en medio de nosotros, aún sin saber cómo. Lo se: por eso se alegra mi corazón y mi carne descansa serena. Por eso tu paz custodia mi ser, y quedo tranquilo desde mi súplica y mi acción de gracias. Espero tu venida, como el final de la noche espera, y presiente, el alba cercana.

Profeta de fuego

15 de diciembre
II sábado de adviento

Eclesiástico 48,1-4.9-11 Un profeta como un fuego

Cuyas palabras eran como un horno encendido, una llama de amor vivo consumiendo el centro del ser en arrebatos de amor, en arreboles de luz eterna. Un ser desgarrado cuyas brasas son rescoldo de vida y abundancia. Ser como el fuego de Elías, Señor, vivos y consumidos en ti, en la fuerza de tu Palabra, esperando tu venida.

Te digo

13 de diciembre
II jueves de adviento

Is 41, 13-20 Te agarro y te digo:

No temas, yo mismo te auxilio, no temas, hermoso mío, paloma mía, ven a mí. Tú eres pequeño pero favorecido, tú alondra de eternos horizontes, tú en mi mirada eres danza sin fin, el destinado al amor, en los brazos de tu Padre, de tu Salvador, de su Espíritu. Tan tierno y tan entrañable es tu Dios que te llama consolador de los afligidos, cedro del Líbano, acacia, mirto y olivo fecundo. Tú quieres que todos vean que tú eres el Señor, el que nos has creado y nos sostienes tan inexplicablemente, con la poesía de tu gracia redentora.

Fortaleza

12 de diciembre
II miércoles de adviento

Is 40, 20-31 El da fuerza al cansado

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré, yo daré fuerza al cansado, acreciento el vigor de quien no tiene. Los que esperan en el Señor, nos dices hoy, renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse. Tú el Salvador, el Mesías, el Señor, me das piernas de gacela, me haces caminar por las alturas. Para dar una palabra de consuelo y de fortaleza, tu Palabra, a quien está cansado en el abismo de la muerte.

Consolad

11 de diciembre
II martes de adviento

Is 40, 1-11 Consolad, consolad a mi pueblo

Seamos bálsamo para todos los afligidos, para todos los oprimidos, para todos los marginados, para todos los desfavorecidos, para todos los parados, para todos los separados de su centro, para todos los que teniendo ojos no ven y teniendo oídos no oyen que tú eres el consolador, un Dios misericordioso, rico en piedad, y que nosotros somos tus siervos, instrumentos en tus manos para consolar con el consuelo que tú nos consuelas, Señor.

Regocijo

>10 de diciembre
II lunes de adviento

Is 35, 1-10 Se regocijarán

Así llega tu Palabra hoy, anunciándonos el regocijo del desierto y el yermo, de la parte seca- y bien reseca- de mi ser, que se cierra al agua de tu abundancia. Ahí me llamas. A regocijarme y a alegrarme, porque en medio del desierto de mis esperanzas tu venida me va a hacer florecer como flor de narciso, que desprende todo su aroma para alabarte. Con la belleza que procede de ti me alegro y me gozo en mi Señor. Que eres Tú, mi amor.

Preparad los caminos

9 de diciembre
II domingo de adviento

Lc 3, 1-6 Preparad el camino del Señor

Allana tus senderos, eleva tus valles, endereza lo torcido, iguala lo escabroso. Despójate de tus vestiduras de triunfo, renuncia a tus pretensiones. Sumérgete en lo escondido, en lo desconocido, en lo oculto. Date sin esperar nada a cambio. Renuncia a toda posesión, desenmascárate, quítate las armaduras. Ríndete en paz, sin avaricias. Con docilidad y dulzura, olvidado de ti, prepara los caminos del que está viniendo para salvarte.


Inmaculada Concepción

8 de diciembre
Inmaculada Concepción de María

Lc 1, 26-28 Alégrate María, llena de gracia.

Alégrate, ya no hay motivo para la tristeza. Alégrate, no temas, el Señor está contigo. No temas, porque viene a lo mas profundo de tu ser y entra en tu seno, que ahora ya es seno de salvación, de liberación, de dicha sin fin. Manantial de vida y abundancia. Alégrate porque de la Inmaculada recibes al redentor de tus pecados.

Pronto muy pronto

7 de diciembre
Viernes I de adviento

Is 29, 17-24 Pronto muy pronto
Inminencia, cercanía, un ya. De un mundo al otro hay tan solo un instante. De ti a mí una fugacidad eterna. Estás a la puerta y llamas. Estás viniendo. Con la dinámica transformadora de la salvación. Con la fuerza de tu debilidad. Con la belleza humilde que pasa desapercibida. Transfiguras todo, todo lo llevas al más allá del más acá. Los ciegos ven, los oprimidos se alegran y danzan los cojos en el desierto convertido en vergel.