12 de junio
Martes X
I Re 17, 7-16 No me queda pan cocido
Tan solo me queda un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en la alcuza. Pero respondo a tu petición, lo comparto contigo, y luego quedo en manos de Dios. Este ejemplo de hoy, de la viuda de sarepta, que pones ante mis ojos, contrasta con mi egoísmo, con el individualismo, con el no hacernos responsables del hambre del mundo, de la indigencia, de los descartados. Encerrado en mi propia carne, me olvido del prójimo. Hazme crecer, Señor, en justicia social.
Bienaventurados los viajeros que por causa del Espíritu vencen la comodidad y se asoman al abismo
Bienaventuradas las mujeres que confían su vida al forastero porque de ellas nace la luz del mediodía
Bienaventurados aquellos que no se ocultan, ni se callan porque tienen el corazón lleno de palabras generosas
Bienaventurados los valientes que se dejan pisotear, pero no vencer, por la absurda realidad que mueve el mundo
1R 17, 7-16 ; Mt 5 1-14