8 de septiembre
La Natividad de la Santísima Virgen
Rm 8, 28-30 Sabemos que a todos los que aman a Dios todo les sirve para el bien.
Porque nos llamas al amor y nos das la imagen de tu hijo querido. Imagen marcada de una manera especial en María, desde su nacimiento. Ella modelo de la humanidad redimida del pecado y de la muerte. Ella, modelo de creyente, Virgen fiel. Ella proclama aún tu grandeza, porque miras su humillación. Ella manifiesta que derribas del trono a los poderosos y despides vacío a los ricos. Ella, llena de gracia, de la que recibimos el don de la tuya, el beneficio de tu amor.
Un rayo que alcanza
Silencio
Unas palabras que no se comprenden
Silencio
Un fruto inesperado
Silencio, entrega y dolor
Un compromiso más allá de la vida y la muerte
Dios, la amó desde el principio, la preparó para acoger a su Divino Hijo.
Ella desde su nacimiento fue bendecida.
Madre ayúdame a ser leal y fiel en mi vida cotidiana, respondiendo siempre con amor, todo el recibido. ¡¡Gracias Madre!!
En las aguas tranquilas
y en las movidas,
sin asidero alguno donde reposar,
Tú Stella Maris nos iluminas
y aún mitigas
el daño, que sin motivo, produce el mar.