7 de mayo
Viernes V de Pascua
Jn 15, 12-17 Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros
Me embriaga tu palabra, Señor, que me llama al amor, que me manda amar como tú nos amas. Tu amor, tu elección, tu amistad, la vocación a la que nos has destinado, el fruto que quieres que demos. Siempre desde el amor, al que nos llamas. Un Dios que es amor, un Dios que se hace amante, un Dios que nos hace participar de su dinámica de amor. ¿Puede haber algo mejor?
Jesús, nos has dejado una herencia que no tiene precio;¡¡Amor!!
Te vivos derrochando amor por doquier, no mirabas condición ,ni raza, ni pecado, únicamente a las personas. Tú Señor, que eres esa fuente de donde debemos llenarnos de Amor, concédeme verte en todos y cada uno de mis hermanos. Has que yo me done y sepa esparcir Tú amor!!
Nada hay mejor que tu amor, el amor que nos regalas, que nos das a manos llenas, el amor que es capaz de dar la vida. Y tú, Señor, me llamas amigo porque me has elegido, me has dado a conocer al Padre y me has destinado a que vaya y dé fruto, a mí que merezco poco. Por eso, Señor, enseñame a amar como tú me has amado, hasta dar la vida, por ese amor que recibo de ti podré llegar a dar a los demás lo que tú has dado por mí. No hay amor más grande que dar la vida por los demás, y ¡hay tantas maneras de dar la vida!…
Tu mandamiento Señor, es tu don, tu mejor regalo, porque tú nos amas primero, porque tu amor nos cambia y nos capacita para amar como tú quieres. Tu mandamiento es la sabia que nos une a ti y nos da la vida, tu vida. Gracias por todos los que buscan y aceptan el don de tu amor y se hacen don para los otros.