26 de septiembre
Miércoles XXV
Lc 9, 1-6 No llevéis nada para el camino
Por circunstancias vitales tengo que hacer muchas veces la maleta, y desplazarme. Hacer el equipaje muestra lo que llevo a cuestas en mi viajar. Pero tú me hablas, con este evangelio, no de los desplazamientos físicos sino del camino de la vida, de la confianza en ti, de la seguridad en qué tú me sostienes, me proteges, me cobijas, más allá de lo que yo mismo alcanzo a imaginar, cuando tengo por finalidad seguir tu mandato y seguir tu envío: proclama el reino de Dios.
¡¡Te quiero llevar siempre a ti Señor!!
Contigo en mi vida, sé que voy ligera de equipaje, pero llena de amor.
Los caminos los marcas tú, las necesidades de nuestra vida las llenas tú.
¡¡Quiero serte fiel, te pido tu Gracia!!
Desprenderse de las cosas materiales sin duda cuesta. Pero para intentar seguir Tu mandato: «No llevéis nada para el camino…» y dejar de lado el ego, hay que remover algún obstáculo. Y esperar tu divina gracia.
Permíteme soltar la ira, que ella no se instale más en mi corazón
Permite que suelte el odio, que no encuentre cobijo en mí
Que tampoco se instale el orgullo, ni la envidia, ni la espera ansiosa
Que el silencio y la paz aren mi alma
Que tú seas mi única fortuna
Amén