14 de octubre
Martes XXVIII
Ga 5, 1-6 Para vivir en libertad, Cristo nos liberó
Tu libertad, que no conoce límites, que no tiene fronteras, que no encierra, que nos restringe, que amplía, que ensancha, que sostiene, que llena todo mi ser del gozo de saberme prisionero de ti. Tu libertad, que me hace perdidamente esclavo de tu maravilla, encadenado a las delicias de tu amor. Para vivir en libertad me has liberado, Señor.
Tuyos son mi cuerpo y mi alma
Si no tengo cuerpo ¿cómo me arrodillaré?
si no tengo alma ¿cómo te reconoceré?
Si mi cuerpo sufre, lo cuidaré
si mi alma llora, la consolaré
porque tuyos son, míos no
Y levantaré mis manos hacia ti mientras mis labios recitan tus promesas
Para vivir en libertad, Cristo nos liberó.
¡¡Gracias Señor por liberarme!! Te ruego guíes mis pasos, mis deseo y mis accione, para que siempre en ellos haga tú voluntad