18 de febrero
Sábado VI
Sant 3, 1-10 La lengua es una chispa
Que puede, con tanta facilidad, prender fuego y abrasar y abrasarme. Dice Santiago en esta lectura que la lengua es dañina, inquieta, cargada de veneno mortal. Con ella maldecimos a los hombres, creados a semejanza de Dios.
Dame, Señor, una lengua para bendecir. Bendecir a los demás, bendecirte a ti. Dame control sobre mi lengua, que nunca sea una espada afilada que dañe a nadie.
¡Cuánto daño se puede hacer con la lengua!, ¡cuánto dolor en algunas palabras!, ¡cuánta amargura sin controlar para vaciar la rabia, la envidia… sin pensar en el que escucha!
Señor, que mi lengua sirva para bendecir, enseñar, consolar, acompañar, orar… Nunca para herir, nunca para hacer llorar porque mi lengua siempre ha de contar lo que de ti escucho y aprendo, y lo que de ti escucho y aprendo es, sencillamente, AMOR.