1 de febrero
Miércoles IV
Mc 6, 1-6 No es éste el carpintero, el hijo de María
Te doy gracias, Señor, por todas las personas que, alrededor mía, en mi proximidad, llevan una vida de unión profunda y mística contigo, pasando desapercibidas. Te pido perdón por todas las veces que, al considerarlas tan cercanas, me parece imposible que se de esta unión, y dejo pasar la oportunidad de reconocer tu paso en nuestras vidas.
Cuántas veces pasamos a tu lado y te ignoramos porque tu sola presencia nos incomoda e interpela.
Cuántas más te vemos y volvemos la cabeza para no contagiarnos del dolor y la soledad del hermano que sufre.
Cuanto más cerca te vemos más lejos nos situamos.
¡¡Gracias Nano!!
Aunque la santidad de cada persona sólo tú la sabes, hay personas que te invitan a verte en ellas.
Tengo esa dicha, y creo que eres tú quién me las pones en mi vida.
Te pido perdón Señor, por las veces que no soy capaz de verte en alguno de mis hermanos, que también me sucede.