22 de diciembre
IV domingo de adviento
Is 7, 10-14 Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros
Tú, Señor, con nosotros: en nuestro tiempo y en nuestro espacio, en nuestro ayer, en nuestro hoy, en nuestro mañana, nuestro levante y nuestro ocaso, nuestro norte y nuestro mediodía. Tú, Señor, en medio de nosotros, con nosotros, en nuestra carne encarnado por el seno de María, la Virgen que es signo y señal, que te concibe desde la fe, que te presta sus entrañas, que hace según tu Palabra, que te da su verbo y te llama Emmanuel, Dios con nosotros.
Conmueve la esperanza de María en la Palabra de Dios. Y su entrega, total y sin condiciones a su Voluntad. José permanece al margen y por ello su pensamiento inicial es abandonar a María. Hasta que el Ángel le hace comprender en sueños que María es clara como el agua y pura como la nieve que cae en la noche, y que el Niño que nacerá es obra del Espíritu Santo.
Y ya será siempre el padre solícito del Niño Jesús y formará junto a María la Sagrada Familia.
Mi gran deseo es que nunca deje de ver a Enmanuel, anunciado desde siempre. Ahora que la promesa se hizo realidad, deseo vivir siempre con Él.