23 de febrero
Viernes después de ceniza
Is 58, 1-9 El ayuno que yo quiero es esto: que no te cierres a tu propia carne
Ayunar. Ayunar para transformar nuestro corazón de piedra en un corazón de carne. Ayunar para conseguir liberarnos de las cadenas a las que nos ata el propio egoísmo. Ayunar para que nuestra mirada se haga limpia para mirar la realidad propia y ajena: Ayunar para comprometerse en acerca el Reino de Dios, que ya está cerca, a nuestro mundo, en nuestra sociedad. Ayunar de nuestras propias ideas, prejuicios, y planteamientos para abrirnos a los otros, los diferentes…
Y ayunar es partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que va desnudo.. y no cerrarse a tu propia carne.
Cuando pensaba en Ayuno, pensaba en todo un día sin ingerir alimentos mas que agua, privándonos de una de las actividades cotidianas, como es el alimentarnos, solo por un día y ofrecer este pequeño esfuerzo, por una causa que consideramos apropiada…¡Cuan equivocada estaba!…Hoy he aprendido que ayunar de verdad y cuando se hace en todo el sentido, trasciende las fronteras del YO, para ocuparse del que nos rodea y que muchas veces es invisible a nuestros ojos…Es dejar nuestras necesicades a un lado para atender las de otro…Es aprender a mirar al mundo con los ojos de aquel que se desprende de si mismo…Gracias por darme esta luz…El día de hoy puedo decir que aprendí algo nuevo, que deseo poner en práctica…Gracias
Me ha gustado el comentario de Olymar. Creo que a todos nos ha pasado un poco eso. A lo largo de la vida hemos aprendido a ayunar, desprendiéndonos de nosotros mismos para darnos a los demás. Ya lo ha dicho todo en ese comentario. Gracias