5 de noviembre
Miércoles XXXI
Fil 2, 12-18 Es Dios quien actúa en vosotros el querer
Eres tú, Señor, el que quieres que te quiera, y me mueves hacia ti; eres tú, Señor, el que deseas que te alcance, y por eso te dejas alcanzar; eres tú, Señor, el que me buscas, y por eso dejas que yo te busque. Eres tú, Señor, que eres amor, el que pones en mi la actividad para realizar tu designio de amor. Y a mi me haces acogida y deseo de tu propio don. Y voluntad libre para responderte.
Gracias Señor por la vida,
gracias por tu Amor primero,
gracias por la paradoja
que se hace sueño en mi verso:
Por ser sed y manantial,
por ser causa y ser efecto,
por ser camino y ser meta,
por ser antes y ser luego.
Por ser siempre y por ser todo,
por ser hambre y alimento,
por ser deseo y ser gracia,
por ser, Señor, cuanto espero.
La continuidad del Evangelio de hoy con el de ayer, me hace unirme a estas palabras tuyas, Nano.
Eres Tú Señor el que quieres que te quiera, el que quieres que te siga, el que me buscas y quieres que ame como Tú me amas. Porque Tú, Señor, que eres AMOR, no quieres corazones partidos, amores a medias, quieres AMOR con mayúscuclas porque Tú das AMOR con mayúsculas.
Que sepa dar a los demás el AMOR que de ti recibo, Señor.