29 de enero
Miércoles III
II Sam 7, 4-17 Yo estaré contigo en todos tus caminos
Así es. Así estás. Lo sepa o no lo sepa. Lo vea o no lo vea. Me llegue el sabor de tu aliento o no recuerde la dulzura de tus besos. Con tu olor perfumando mi ser o perdido tu aroma para siempre. Puesta tu mano sobre mi frente para alzarme o sin saber dónde asirme, caído en tu universo. Escuche tu voz como un susurro o sin palabras, sin que resuene tu voz. Más allá de todo lo penetras todo. Estás conmigo en todos mis caminos. Así es.
Tu palabra salta entre mis manos trayéndome la realidad
En el devenir de los días, en los que, inevitablemente, se producen pequeñas y grandes alegrías y terribles y angustiosas tragedias, es bueno detenerse y escucharte, Señor.
«Tu voz es para mí como la música de las estrellas para los oídos embelesados en las sombras, que la escuchan toda la noche sin fatiga».