17 de abril
Martes II de Pascua
Hech 4, 32-37 En el grupo de los creyentes…
…todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio a lo que tenía. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles.Así era, ¿así es? Así, al menos, tu palabra nos pone hoy ante una comunidad cristiana, la primera, que vivía plenamente resucitada, que confía en ti y en la fuerza transformadora de tu salvación. Que es puro don y gratuidad.
¡¡En ésto hemos retrocedido los cristianos, ya cada uno va por libre!!
Creo Señor, que debo cuidar mi solidaridad, mi sensibilidad ante los problemas reales de las personas. Ayúdame a ver con claridad.
Más grande que las aguas tumultuosas y más que las olas de los mares eres tú Señor. Tú nos proteges y guías en nuestra limitada capacidad para sentirte en plenitud y apenas intuirte en la inmensidad del misterio.