Benditos de mi padre

2 de marzo
Lunes I cuaresma

Mt 25, 31-46 Venid vosotros, benditos de mi Padre…

Leo el evangelio de hoy, Señor, tantas veces contemplado, y me pregunto: ¿Quiénes son los hambrientos que tengo más cercanos, o más lejanos, a los que tengo que dar de comer? ¿Quiénes los sedientos, quienes los forasteros, los desnudos, los enfermos, los prisioneros? Acércame al prójimo más pobre para vivir la buena noticia de tu evangelio, desviviéndome.

03021

40 días con los cuarenta últimos: Burkina Faso

Autor: Nano SM

Religioso Marianista, sacerdote. Actualmente trabajo en la pastoral de un colegio en Madrid, precisamente donde estudié y sentí la llamada a la vocación religiosa. Desde hace tres años escribo cada día un comentario a la Palabra de Dios, que me ayuda a encarnarla y a darla a los demás. De alguna manera participo en la misión de María, dando a Jesús, dando su Palabra.

3 opiniones en “Benditos de mi padre”

  1. Anhelo desde lo mas profundo de mi ser, reconocerte Señor en los que me rodean, darme en servicio al que me necesita, sin esperar mas recompensa que sentirme útil…una mirada, un abrazo, una palabra que me indique el camino, que me diga que hice lo correcto, que no pequé por omisión, por flojera, por desconfianza, por comodidad…Necesito servir con el corazón abierto, necesito reconocerte y serte útil Señor!

  2. Señor, no dejes que me pare en lo evidente, manifiestate en esos ojos que me miran dolidos, en esas manos que se extienden ante mi arrugadas, en esos ancianos que pasan horas y horas encamados sin nadie que les lea o les hable, en esos hospitales en cuyas camas se muere la gente de abandono, en esos hombres y mujeres con los que me cruzo y no tienen quien les desee buenos días, no solo hay escasez material, la carencia afectiva es mas dificil de ver y de saciar.

  3. Reconocerte en el que sufre, en el hamabriento, en el forastero. Ver tu rostro en los ojos del que me mira pidiendome tiempo, sonrisas, apoyo, compañía…
    Y en ellos, en todos, estás Tú llamandome por mi nombre para que vuelva mi cara hacia ti y pueda verte.
    Ayudame, Señor, a reconocerte en los que me rodean, en los que me llaman y me reclaman para que puedas decirme un día: «ven, hereda el Reino».
    Ver tu cara en el que sufre es conseguir que él pueda ver tu cara en el que ayuda.

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