Adviento I

28 de noviembre
I domingo de Adviento
Rm 13, 11-14 Ahora la salvación está más cerca que cuando comenzamos a creer

Comienza este tiempo de adviento, Señor, para que nos acerquemos a ti que te acercas hasta nosotros. Acercas tú la salvación y nos pides que nos preparemos para acogerte, para recibirte, haciendo un hueco en lo más profundo de nuestro ser. Te pido, Señor, una mirada de niño, un corazón de niño, para poder recibir tu misterio, que me alcanza. Hazme niño.

Los agobios

27 de noviembre
Sábado XXXIV
Lc 21, 34-36 …los agobios de la vida…

Tened cuidado no os embote la mente los agobios de la vida y paséis como si no pasarais, y viváis como si no vivierais. En este último día del tiempo ordinario, al final de este año litúrgico, me doy cuenta, Señor, de todos los agobios que han embotado mi mente y me han impedido abrazar tu salvación en lo diario. Perdóname, Señor, por tu misericordia dame vida.

Ya II

26 de noviembre
Viernes XXXIV

Lc 21, 29-30 Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios

Ayer eran signos apocalípticos, hoy son los signos sencillos de la naturaleza, una higuera o un árbol que comienza a echar brotes, que nos anuncia la cercanía del verano. Así nos hablas. Observar, mirar viendo, contemplar lo sencillo, los signos de los tiempos, lo invisible que comienza a despuntar en lo visible, el germen que aparece, como brote tierno, en la realidad.

Ya I

25 de noviembre
Jueves XXXIV
Lc, 20-28 Cuando comience a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación

Los signos del Apocalipsis ya están presentes en medio de nuestra sociedad, en nuestro mundo. No hace falta describirlos para descubrirlos. Ahí, en medio de la desolación más brutal, del abatimiento, se yergue la liberación que nos ofreces. Para ello me urges a levantarme, a dejar de ser esclavo postrado, a alzar la cabeza y contemplarte en medio de todo.

Perseverancia

24 de noviembre
Miércoles XXXIV
Lc 21, 12-19 Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

Perseverancia, fidelidad, constancia…dones que recibo de ti, como todos los dones que vienen de tu misericordia. Mantenerme estable en lo que te he prometido. No desfallecer en el camino emprendido. Ser fiel a la vocaión que me has regalado, con la que me has bendecido. ¿Cómo sin tu don?  Son tus dones, Señor, los que me alcanzan la salvación.

El engaño

23 de noviembre
Martes XXXIV

Lc 21, 5-11 Cuidado en que nadie os engañe

Escucho tu recomendación, Señor, y antes de ponerme a pensar en los engaños que vienen de fuera, y que achaco siempre a los que no piensan como yo, a los que siento me amenazan de algún modo, me doy cuenta que los peores engaños son los que residen en mi interior, con los que trato de engañarme ante Ti, Señor, tú que eres la verdad. Y en ella la libertad y la vida.

Entregarse

22 de noviembre
Lunes XXXIV
Lc 21, 1-4 Ha echado todo lo que tenía para vivir

Desprendimiento de la pobre viuda, que por amor comparte, que por amor se entrega, que por amor se despoja de todo, radicalmente. Por amor a ti y la humanidad. La viuda se da sin reservas, da su vida en ese gesto que pasa desapercibido y suscita tu alabanza, Señor. Pongo ante Ti a todas las monjas de clausura, a todas las contemplativas, que te ofrecen todo. A Ti.

 

Rey del universo

21 de noviembre
Jesucristo, Rey del universo
Col 1, 12-20 Porque en El quiso Dios que residiera toda la plenitud

En esta solemnidad de Cristo Rey, Señor, recibo de ti la llamada a la plenitud que tienes desde la creación del mundo, de la que me haces partícipe al insertarme en ti por el bautismo. Tú, Señor de todo. Tú, primogénito de toda criatura. Tú el que reconcilias  a todos los seres, haciendo la paz por la sangre de tu cruz. En la cruz eres Rey. Tú, Cristo Rey.

Apocalipsis VI

20 de noviembre
Sábado XXXIII

Ap 11, 4-12 Al cabo de tres días un aliento de vida entró en ellos

Un aliento de vida enviado por Ti, Señor, que vivifica los muertos, da vida a lo que la ha perdido, restaura, renueva, llama, convoca a participar de tu vida sin fin, alfa y omega de nuestra existencia. Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, fuente de vida y plenitud verdadera.

Apocalipsis V

19 de noviembre
Viernes XXXIII

Ap 10, 8-11 Cogí el librito y me lo comí

Habías asegurado que al paladar sería dulce como la miel, que el estómago ardería.  Rumio tu palabra, la digiero, y me escuecen las entrañas porque me llamas a proclamar tu verdad. Así es tu palabra, Señor, que cae como la lluvia y fecunda mi tierra. Y hace que me abra para que germine la semilla. Y al abrirme me rompo, me duele. Porque me llamas a proclamar tu verdad.