Cristo

5 de septiembre
Lunes XXIII

Col 1, 24-2, 3 Nosotros anunciamos a Cristo

Eres tú, Señor, la esperanza de la gloria. Nos abres a la esperanza de participar en tu gloria, algo inaudito, que asombra, que admira. Por eso, porque nos mueve la esperanza de ser en plenitud en ti, gracias a Ti, te anunciamos. El tesoro que recibimos lo compartimos y lo proclamamos. También hoy.

Amor

4 de septiembre
Domingo XXIII

Rm 13, 8-10 A nadie le debáis nada, más que amor

El amor procede de ti, Señor, es don gratuito que ni se compra ni se paga, por eso lo podemos deber, desear, donar. Arraigados en tu amor, recibimos el amor, fructificamos en el amor. No estar sino en deuda de amor, y reconocerlo. No pretender sino relacionarnos hoy, con los demás, a través del amor. ¿Será posible?

Arraigados

3 de septiembre
Sábado XXII

 Col 1, 21-33 Cimentados y estables en la fe

Arraigados y edificados en Ti, Señor, firmes en la fe. El lema de las Jornadas Mundiales de la Juventud vuelve a resonar, y trae el eco de este enorme encuentro que reunió a tantos jóvenes en tu nombre. Que construyan su vida sobre la roca firme de tu amor. A todos haznos ahondar nuestras raíces en ti, en tu presencia viva en medio de nuestra vida. Que así sea.

Plenitud

2 de septiembre
Viernes XXII

Col 1, 15-20 En El quiso Dios que residiera toda la plenitud

Contemplo tu rostro, Señor, me pongo junto a tu ser amor, y voy repitiendo estas afirmaciones de la carta a los colosenses.  Tan sencillas en su profundidad insondable. Tú la plenitud. Tú el origen de todo. Tú anterior a todo. Tú en el que todo se mantiene. Dejo, Señor, que resuene el Tú en mi, y en silencio accedo a tu plenitud.

Unidos a vosotros

1 de septiembre de 2011
Jueves XXII

Col 1, 9-14 No dejamos de rezar a Dios por vosotros

Después del paréntesis de agosto, verano en el hemisferio norte, que seguro nos ha mantenido en contacto con la palabra de Dios, y en la oración, es bueno empezar un nuevo curso de comentarios poniéndoos  delante de Dios, a vosotros,  a todos a los que llega este Dime una Palabra. Que escuchando su Palabra consigamos un conocimiento de su voluntad  y aumente nuestro conocimiento de Dios. Que así sea.

Descanso II

1 de agosto

Durante el mes de agosto no pondré el comentario diario a la Palabra de Dios.
Volveré, si Dios quiere, el 1 de septiembre.
Sigamos unidos en la oración y en la escucha atenta de la Palabra.

Escuchadme y viviréis

31 de julio
Domingo XVIII

Is 55, 1-3 Escuchadme y viviréis

¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?
Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Sabático

30 de julio
Sábado XVII

Lev 25, 1. 8-17 Haz el cómputo de siete semanas de años, siete por siete, o sea cuarenta y nueve años

Así nos mandas calcular el año jubilar. El año en que todo vuelve a su ser, el año para la santificación.

Siete años de Dimeunapalabra. Que tu palabra me santifique, Señor. Que me vuelva a mi ser en ti. Que me haga más tuyo toda la palabra que sale de tu boca y que llega a mí, para mi santificación.

Descanso

29 de julio
Viernes XVII

Lev 23, 1. 4-11. 15-16. 27. 34b-37 Al séptimo día no haréis trabajo alguno

Descansar para honrarte, para reconocer que tú eres el creador, que no hay otro díos fuera de ti, que tampoco soy yo Dios, que mi esfuerzo y mi obrar no lo obtienen todo, pues ¿de dónde viene todo el bien que recibo si no es de ti? Descansar, Señor, un día a la semana, descansar de mis afanes, para ofrecerte mi ser en el descanso, para recordar que soy tuyo y que mi ser procede de ti.

Exodo VII

28 de julio
Jueves XVII

Ex 40, 16-21.34-38 La gloria del Señor llenó el santuario

Tu gloria en la Iglesia. Creo en la Iglesia, que es tu cuerpo. Gracias por la Iglesia, Señor. Gracias a ella te recibo, te encuentro y me acerco al esplendor de tu belleza, de tu verdad, de tu bondad salvadora. Gracias a la Iglesia, a los sacramentos, te recibo y me haces tuyo. La Iglesia, donde llevamos tu tesoro en vasijas de barro.