5 de diciembre
Lunes II adviento
Is 35, 1-10 Han brotado aguas en el desierto
Saber que llegas, que vienes, que te acercas, ya transforma la realidad y trastoca la exitencia de todo lo creado: se despejan los ojos del ciego, los oídos del sordo se abren, salta como un ciervo el cojo, la lengua del mudo canta, brotan aguas del desierto, lo reseco se convierte en manantial…Tú Señor llegas a traer el desquite, a salvar. ¿Cómo se transforma mi vida ante la inminencia de tu llegada?
Que el señor acompañe nuestro camino siempre. Que broten las aguas en mi desierto.
Han brotado aguas en el desierto.
Tu llegada Señor transforma mi vida, tu amor me inunda, mis ojos y mis oídos se abren, mi boca grita a todo el mundo tu venida.
Ese es mi deseo en este Adviento, esperarte, Señor, para poder gritar a los demás que han brotado aguas en el desierto y que tu amor nos ha inundado el corazón para poder amarte y seguirte como tú nos amas.
Que la Virgen, Reina del Adviento nos ayude a esperar a su Hijo como Ella le esperó.