18 de noviembre
Miércoles XXXIII
Ap 4, 1-11 Miré y vi una puerta abierta en el cielo
Tú eres la puerta, la puerta abierta. Tú eres mi propia mirada. Tú eres ofrenda y bendición. Tú eres el más puro amor. Tú eres mi vida, y me haces ser viviente, para tu gloria y tu alabanza. Gracias, Señor.