6 de noviembre
Viernes XXXI
Fil 3, 17-4,1 hermanos míos queridos
Un derroche de afecto, tan humano, tan real, tan necesario para vivir una afectividad equilibrada, armoniosa, integrada en las mil vicisitudes de cada día. Ese derroche de afecto que pones en mi directamente, Señor, y que me llega también gracias a tantas personas que me quieren y me lo demuestran. Tú me sostienes, ellas lo muestran. Manteneos así, en el señor, queridos.