Entra en mi casa

16 de septiembre
Lunes XXIV

Lc 7, 1-10 Señor, no soy digno de que entres en mi casa, di solo una palabra…

Dime una palabra, Señor. Tu palabra es siempre de salvación, me arrullas con tus labios de seda. Me susurras la dulzura de tu amor. Me acaricias con tu voz de silencio sutil. Tu Palabra penetra mi corazón y anida en mis entrañas. Eres verbo en mi carne, caricia encarnada en mi debilidad, en mi fragilidad, en mi pecado. Di tan solo una palabra y yo quedaré sano y salvo.