Ruah

10 de abril
Martes II de Pascua

Jn 3, 7-15 El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va

El viento. Tu viento. Eres viento. Ventalle que aire das. Me circundas. Me alzas. Rumor eterno de agua cristalinas. Tu cosmos. Silenciosas estrellas matutinas. Berrea de corzo en celo. Clamor de olivos. Frágil susurro de las hojas del tilo. Mullido musgo. ¿De dónde vienes, adónde vas? ¿De dónde me traes, adónde me llevas? Déjame abandonado en tu corriente de aire, sin hablar más, sin pensar más.

Anunciación

9 de abril
Anunciación de nuestro Señor

L1, 26-38 Alégrate, llena de gracia

Tu gracia besa lo absorto en mi inmediato, tu gracia me sostiene y pacifica, tu gracia aletea mi interior con la brisa de tu presencia, tu gracia me encana, me abre, me adentra en ti, tu gracia me alegra y me mantiene despierto, despierto en la noche de tu aurora graciosa, tu gracia me remueve, me conmueve, me hace tuyo, una vez más, solo para ti. Tu gracia hace romper mis aguas, me quiebra y estremece para darte a luz. Virgen.

Paz

8 de abril
II domingo de Pascua

Jn 20, 10-31 Paz a vosotros

La paz no, tu paz. La paz que orea mi vida y la refresca, la paz que asienta mi existencia en tu manantial de frescura cuando es estío, en tu cálido oasis, cuando me arropas, en los rigores del invierno. Tu paz que es dicha y gozo inesperado, cimiento y constancia, fortaleza y escudo rendido. Tu paz de la luz primera que torna el alma pura, tu paz que es morada eterna, tu paz que llena de belleza el abismo de tu oscuridad. Sin tu paz no soy nada.

Pascua VII

7 de abril
Sábado octava de pascua

Mc 16, 9-15 Jesús resucitado al amanecer del primer día de la semana se apareció

Alzo la mano para tocar tu rostro, alma del universo, tu rostro que es el rostro de la humanidad engendrada en Padre, creador y dador del mundo, en el Hijo, Señor resucitado, pasión definitiva en mi vida, en el Espíritu Santo, más grande que mi pobre palabra, a Él me entrego. Te busco palpando con mis ojos el misterio de tu presencia escondida, que se manifiesta este día de Pascua en todo su esplendor. Alzo mi ojos a ti y quedo enamorado.

Pascua VI

6 de abril
Viernes octava de pascua

Jn 21, 1-14 Y aquél discípulo a quien Jesús amaba le dice: Es el Señor

Alzo la mano para que me abraces con tus brazos abiertos, crucificados, ya liberados, y me estreches por detrás y por delante, con susurros sigilosos que me adentren en ti. Alzo la mano cubierta con tus arrullos de espumas marinas. Alzo la mano para que tu mano amorosa me proteja, y haga brotar de mi ser tuyo el más puro manantial. Alzo la mano para que pongas tu palma en mi boca y recojas mi acto de fe y amor al reconocerte, es el Señor.

Pascua V

5 de abril
Jueves Octava de pascua

Lc 24, 35-48 Palpadme

Alzo la mano para palparte en el misterio de vida que engendra las estrellas, y hace salir el sol cada mañana, al alba, al alba, amor mío al alba de mi vida, tras la noche oscura de tu pasión. Alzo la mano para tocar tus pies y besar el rastro de tu huella y derramar en tus dedos mis aromas, Alzo la mano para que horades en el hueco de mi corazón la piedra de tu tumba y brote tu vida mi caudal.

Pascua IV

4 de abril
Miércoles de la octava de Pascua

Lc 24, 13-35 ¿No ardía nuestro corazón?

Ardo en la debilidad de mi amor por ti, inconsistencia de amante escurridizo y vano, para hacerme fuerte en la fortaleza de tu misericordia, roca mía, escudo mío, Dios mío, confío en ti. En tu Palabra. En tu cuerpo entregado y partido.

Pascua III

3 de abril
Martes octava de pascua

Jn 20, 21-18 No me retengas

Alzo la mano para tocar tu leve vuelo de colibrí, alado aleteo que refresca el universo y liba las dulzuras de mi flor. Alzo la mano para tocarle, espuma de sueño, y me dices: no me retengas. No me retengáis, pues mi caricia es inasible y lo que cuenta es la fe. Desnuda. Como mi cuerpo resucitado.

Pascua II

2 de abril
Lunes Octava de pascua

Mt 28, 8-15 Alegraos

Canta el mirlo en esta mañana eterna, en la copa de un árbol casi desnudo, lenta primavera, aún aterida por los rigores de un invierno prolongado. Canta el mirlo y mi corazón se llena de alegría, un caudal interno que goza mis entrañas y aletea mi corazón. En el canto del mirlo, Señor de todas las criaturas, estás tú cantando. Su canto me anuncia tu resurrección. Alegraos en el misterio de la vida renovada. Verdaderamente has resucitado, Señor de la vida, ¡aleluya!

Pascua de Resurrección

1 de abril
Domingo de Pascua

Col 3, 1-4 Cuando aparezca Cristo, vida vuestra

Vida mía, vida resucitada, vida verdadera, vida abundante, vida llena de vida, vida compartida, vida renovada, vida abierta, vida en plenitud. Tu vida Señor, hecha salvación para el mundo. Porque tanto nos has amado, hasta el extremo, que el amor no podía quedar en las sombras de la muerte, sino llevarnos a tu vida gloriosa y abrirnos las puertas de paraíso. Verdaderamente has resucitado, Señor de la vida, ¡aleluya!