Rey

20 de noviembre
Cristo Rey del universo

Col 1, 12-20 El es anterior a todo y todo se mantiene en él

Todo fue creado por ti y para ti. En ti quiso Dios que residiese toda la plenitud. Esta plenitud, Señor, que hoy celebramos con la palabra rey. Tú rey en un pesebre, tú rey refugiado en Egipto, tú rey en la vida oculta y cotidiana de un pueblo desconocido de Palestina, tú rey en el desierto, tú rey en intimidad con le padre, tú rey tentado, tú rey haciendo el bien, curando enfermedades, proclamando el Reino de Dios y su misericordia, tú rey en la cruz. Tú, Cristo Rey, anterior a todo, todo se mantiene en ti, de ti recibimos vida y plenitud.

11-20

Ciego

17 de noviembre
Jueves XXX

Lc 19, 41-44 Ahora está escondido a tus ojos

Ahora el día que conduce a la paz está escondido a mis ojos, ahora veo velado, ahora no veo, ahora no siento, ahora el libro está cerrado y sus sellos lo custodian, pero luego, en otro ahora que es eterno, veré lo que no se ve, y el veo de la ignorancia será consumido por el fuego del amor. Lo oculto de mostrará y seré quien ya soy en ti. Yo seré pues desapareceré en la gloria de tu amor.

11-17

santo, santo, santo

16 de noviembre
Miércoles XXXIII

Ap 4, 1-11 Día y noche cantan sin pausa, «Santo, Santo, Santo es el Señor»

Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento, alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. Tu Palabra, en las lecturas de la eucaristía, dialogan entre sí, se complementan, se iluminan, prorrumpen a cantar la armonía de tu creación, la maravilla de tu amor. Todo ser que alienta te alabe, Señor, y me voz entre otras canten un himno a tu ser, grandes y maravillosas son tus obras, Señor, justos y verdaderos tus caminos. Kiu Kiu, ¿oyes su canto?, ¡atrápalo!

11-16

Salvación de esta casa

15 de noviembre
Martes XXXIII

Lc 19, 1-10 Hoy ha sido la salvación de esta casa

Mientras te busco, me salvas; cuando dejo que me mires, me salvas; cuando te escucho y te obedezco, entras en mí, me salvas; cuando te recibo, me doy cuenta que siempre me estás recibiendo; cuando me convierto y algo mis bienes a los pobres, me transformas, me liberas de mis egoísmos. ¿Qué sería si diera la mitad de mis bienes? Porque el Hijo del HOmbre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

11-15

Gracia y paz

14 de noviembre
Lunes XXXIII

Ap 1, 1-4.2,1-5a Gracia y paz de parte del que era, es y ha de venir

¿Qué más puedo pedir? ¿Qué me puede dar mayor plenitud en esta vida, día a día, hoy, en mi realidad, que recibir tu gracia, que me llena de paz, que me hace respirar por tu benevolencia, por la maravilla de tu amor. Gracia y paz me das, Señor, desde toda la eternidad, para toda la eternidad, en este instante cósmico en que me haces tuyo y me das todo en ti. ¿Qué más puedo desear?

11-14

Paradoja

13 de noviembre
Domingo XXXIII

Mal 3, 19-20 Os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra

Una vez más, Señor, pones delante de mis ojos la paradoja de tu amor, sol que abrasa, sombra que reconforta, día en la noche, noche en el día, las maravillas de tu amor que va más allá de cualquier pensamiento que pueda albergar, porque eres más grande que todo lo que mi mente te puede contener. Sol que me alimentas, sombra que me fortalece, luz en la oscuridad, bendito sea tu nombre en medio de la tribulación.

11-13

Orar always

12 de noviembre
Sábado XXXIII

Lc 18, 1-8 Para enseñarles que es necesario orar siempre

El don de la oración incesante, la oración respiración, la oración del corazón, la oración ante ti, Señor, para ofrecerte mi vida y mi ser, la oración desposeída, la oración gratuita, la oración abierta, la oración amada, en tu amor. Enséñame a rezar, por la fuerza de tu amor.

11-12

Arrupe

11 de noviembre
Viernes XXXII

Salmo 118 Te busco de todo corazón

Con Pedro Arrupe, te digo: Aquí vengo, Señor, para deciros, desde lo más íntimo de mi corazón y con la mayor sinceridad y cariño de que soy capaz, que no hay nada en el mundo que me atraiga, sino Tú solo, Jesús mío. No quiero las cosas y gustos del mundo, no quiero consolarme con las criaturas y los hombres, sólo quiero vaciarme de todo y de mí mismo para amarte a Ti. Para Ti, Señor, todo mi corazón, todos sus afectos, todos sus cariños, todas sus delicadezas. Quemadmodum desiderat cervus fontes aquarum, ita desiderat anima mea Te solum Iesum meum! Oh, Señor, no me canso de repetiros: nada quiero, sino amarte, nada deseo en este mundo, sino a Ti.

11-11