Enjundia y manteca

28 de mayo
Sábado VIII

Salmo 62 Oh Dios

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo. Mi alma está sedienta de ti. Mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba, viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida. Más que la vida. Tu gracia. Te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré, y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.

Que así sea.

1020LUNWERG-  46-47.
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