Paz Paz Paz

21 de enero
Miércoles II semana

Hb 7, 1-3.15-17 Rey de paz

Así te muestras: rey de paz, rey de justicia. En un mundo tan convulso, en el que el egoísmo generalizado, fruto de nuestros pequeños grandes egos, acampa entre violencias sin fin, tú nos ofreces la paz. A través del camino de la presencia callada, del desprendimiento, de lo que no cuenta, de lo que no se manifiesta, de la renuncia, de la muerte. Tu presencia ardiente no s está ofreciendo quemar nuestras vidas en el ara de la paz. Consúmenos en tu amor, Señor.

01.21

Ancla del alma

20 de enero
Martes II semana

Hb 6, 10-20 Ancla del alma

Es la primera vez, Señor, que me fijo en esta expresión, la esperanza que nos has ofrecido es como ancla del alma, segura y firme, que penetra más allá. Más allá, en lo más íntimo, en lo que no tiene espacio ni lugar, y sin embargo es, allí pones tú la esperanza real, porque ya la has dado, en la que enraizas el ser. Ser en ti. Ser más allá de toda ancla y de toda realidad. Ser tuyo.

01.20

Ecce homo

19 de enero
Lunes II semana

Hb 5, 1-10 El mismo está envuelto en debilidades

Ecce homo. He ahí al hombre. Ahí estás, Señor, envuelto en debilidades, varón de dolores, ultrajado, despreciado, debilitado, macerado de desprecio, humillado, manifestando en verdad la verdadera condición humana, más allá de toda apariencia, la dignidad de Hijo de Dios. Envuelto en debilidades puedes comprender a los ignorantes y extraviados, a los débiles. por eso acudimos a ti, para beber de tu costado la fuente de la misericorida.

01.19

Ante ti

18 de enero
II domingo

I Sam 3. 3-10 Aquí estoy

Aquí estoy. Porque tú me lo dices, Dios con nosotros, en mi, te lo puedo decir. No solo pones tus palabras en mi boca para decirme y presentarme, sino que pones tu ser para que sea en tu presencia claridad en la oscuridad, voz en el silencio, vida en la muerte, olvido de mí. En Ti. Para hacer tu voluntad.

01.18

Viva y eficaz

17 de enero
Sábado I semana

Hb 4, 12-16 La Palabra de Dios es viva y eficaz

Dices «sígueme», y te sigo. A la orilla del lago, en el mostrador de los impuestos, subido a la higuera, yendo de camino hacia la cruz, acostado y levantado, de la salida del sol hasta su ocaso. Te sigo, Señor. Creo que te sigo con rectitud de corazón, a pesar de mis muchas limitaciones e incoherencias. Dame tú el seguirte como tú quieres.

01.17

Proponer la palabra

16 de enero
Viernes I semana

Mc 2, 1-12 Él les proponía la palabra

Me siento y te escucho. Atiendo tu voz, y danzas en mis entrañas con la alegría de tu evangelio. escucho tu voz, que me dice: «mira» y trato de mirar. Al pobre y desvalido, al huérfano y a la viuda, al enfermo, al paralítico, al que vive en tinieblas y sombras de muerte. Quedo a tus pies escuchando, mientras pones en mi manos tus manos, para bendecir y consolar, para construir y derribar, para proclamar el año de gracia de nuestro Dios.

The Sermon on the Mount Fra Angelico, c. 1440

Si quieres

15 de enero
Jueves I semana

Mc 1, 40-45 Si quieres puedes limpiarme

Señor, tú sabes todo, tú sabes que te quiero. Por eso si quieres, puedes limpiarme, renovarme, recrearme, dejarme como recién nacido en los brazos de la aurora, mecido por el sol de tus estrellas. Limpia mi piel, limpia mi mente, limpia mi corazón, mi voluntad, mis oídos, mis ojos, mis manos, todo mi ser. Purifícame por la fuerza de tu misericordia.

01.15

Buscarte

14 de enero
Miércoles I semana

Mc 1, 29-39 Todo el mundo te busca

Todo el mundo te busca, Señor, pero pocos se dejan encontrar por ti. Encuéntrame cuando te busco, tú que me sabes perdido. Sigue buscándome cuando crea que te he encontrado ya. Alcánzame en la nube, en el fondo del mar, en la guarida interna donde me escondo para dejar que me sigas buscando. Encuéntrame cuando ulula el autillo o chirría la lechuza. Encuéntrame en la noche a oscuras, con ansias en amores inflamada.

01.14

Cerca

12 de enero
Lunes I semana

Mc 1, 14-20 Está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio

Una vez más tu cercanía, una vez más tu invitación, imperativa, que me deja libre: conviértete y cree en el evangelio. Tú, heredero de todo, me llamas a heredar todo contigo. Tú, sin principio ni fin, me llamas a entrar contigo en las edades del mundo. Tú, reflejo de la gloria del padre, me llamas a quedar deslumbrado por tu gloria y morir sin haberte visto; tú, impronta de su ser, me llamas a ser en ti. Inmediatamente dejo las redes y te sigo.

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