Santo

10 de febrero
Domingo V

Is 6, 1-2.3-8 Santo, santo, Santo es el Señor, la tierra está llena de tu gloria

Con mis labios impuros, desde mi pequeñez, me sumo en cada eucaristía al canto de los serafines que cantan tu gloria, sin cesar, por toda la eternidad. ¿Cómo es posible que de mi boca brote tu alabanza? Tú mismo, Señor, pones tu palabra en mi boca, te haces oración en mi corazón, para que todo mi ser proclame que tú eres Dios, que tú eres santo, qué tú eres más grande que todos nuestros diosecillos, que tu gloria llega hasta nosotros y nos llena.

02.10