Amor IV

23 de enero
Miércoles II

Salmo 109 Eres príncipe desde el día de tu nacimiento

Voy a leer con clama este salmo, como si el salmista lo hubiera escrito pensando en mí, porque tú, Señor, me piensas y me embriagas con el aleteo de tu presencia desconocida: “eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré como el rocío, antes de la aurora. El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: “Tú eres sacerdote eterno”. Eterno en ti. Tú mi principio y mi fin.