San Benito

11 de julio
San Benito

Salmo 33 Bendigo al Señor en todo momento

Escuchar hoy tu palabra en clave monástica,: aceptar tu palabra y conservar tus consejos, vivir con prudencia, buscar la sabiduría, bendecirte en todo momento, dejar por ti todo y seguirte sin reservas. Así lo hacen los monjes y así estamos nosotros llamados a hacerlo cada día, en el monasterio de nuestro ser, donde secretamente sólo moras.

Compadecer

10 de julio
Martes XIV

Mt 9, 32-38 Se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas

Te compadecías, Señor, porque mirabas la realidad con ojos cercanos y amantes, porque abrías tus entrañas a las personas en su verdad más profunda, porque tenías una sensibilidad especial hacia los pobres y necesitados, porque estabas en las mismas entrañas misericordiosas del Padre…Úneme a tu ser en compasión, deja que mi mirada se pose en los extenuados y abandonados, y les hable de tu amor.

Seducción

9 de julio
Lunes XIV

Os 2, 16.17b-18.21-22 Yo la cortejaré

Como un amante a su amada, así me festejaste tú, Señor, en los días de mi juventud. Renuevas la llamada de tu amor cuando, en el silencio, en el desierto, me hablas al corazón, en lo más íntimo de la morada donde tú habitas y me haces habitar. Me haces responderte cada día: Esposo mío. Me tomas con misericordia y compasión, en fidelidad, y me haces tuyo.

Aguijón

8 de julio
XIV domingo

II Cor 12, 7b-10 me han metido una espina en la carne

Así se confiesa Pablo delante de la comunidad de Corintio, reconociendo que tie4ne en la carne un aguijón quien le apalea para que no se crea soberbio, para que reconozca su debilidad, para que se abra a la fuerza de tu gracia, que todo lo puede, para que no olvide su pobre y limitada condición. El aguijón que pongo en tus manos, Señor, para que en mi debilidad me hagas fuerte.

Sígueme VII

7 de julio
Sábado XIII

Salmo 84 La salvación seguirá sus pasos

La salvación, Señor, tu salvación es lo que sigue a quien te sigue, a quien olvida sus propios pasos, al que sale de su propio querer e interés y sigue tus huellas, y camina tus caminos, y se hace uno en ti, y desaparece en ti, por amor. Hazme seguidor y peregrino.

Sígueme V

5 de julio
Jueves XIII

Amós 7, 10-17 soy pastor y cultivador de higos

Seguirte, Señor, es responder a la vocación a la que me llamas, en cualquier situación existencial en la que esté. Es aceptar que tu palabra me conduce por senderos que ignoro, me lleva donde nunca imaginé, me pone a tu servicio sin reservas, sin que yo sepa cómo. Es dejar que me transformes, que me hagas profeta cuando soy pastor y cultivador de higos. Es aceptar que en mi debilidad me haces fuerte.

Sígueme IV

4 de julio
Miércoles XIII

Amós 5, 14-15.21-24 Buscad el bien y no el mal

Frase sencilla, que turba. Pues en una sociedad en la que está tan diluida la frontera entre el bien y el mal, donde los confines se reducen a la subjetividad personal, ¿Cómo puedo buscar un bien que no conozco? Mirándote, Señor. Poniendo mis ojos en ti, abriéndome a la luz de tu verdad, escuchando tu palabra, poniéndola en práctica en mi vida, hoy. ¿Qué bien puedo ofrecerte hoy? ¿Cómo voy a buscarte hoy a ti, que eres el sumo bien?

Sígueme III

3 de julio
Santo Tomás

Jn 20, 24-29 Dichosos los que crean sin haber visto

Seguirte, Señor, es exclamar desde lo profundo de nuestro ser, donde se teje la verdad de la existencia, “Señor mío y Dios mío”. Es reconocerte presente en medio de nuestra vida. Es saberte Señor de mi historia. Es agradecerte que me salvas de mí mismo, de todo mal. Es abrir los ojos de la fe, es donarte sin reservas el ser, es caer rendido y adorarte, sin haberte visto.

Sígueme II

2 de julio
Lunes XIII

Mt 8, 18-22 El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza

Seguirte, Señor. Implica desinstalarse, comporta carencia, incomodidades, generosidad, fatigas sin descanso, inestabilidad, frugalidad…implica abrazar el mismo estilo de vida que tuviste tú mientras viviste en nuestro mundo, y caminaste por nuestros caminos. Seguirte implica desear más la pobreza contigo, Cristo pobre, que la riqueza. ¿Ay qué lejos estoy de ello! Lléname de tu misericordia, que me sigue enriqueciendo sin fin.