Desviado

9 de febrero
Jueves V
I Re 11, 4-13 había desviado su corazón del Señor Dios

¡Qué realidad más constatable en la propia existencia, Señor, la conciencia de desviar el corazón. El corazón que es el órgano de la vida, la fuente del amor sincero, el impulso vital que me mantiene capaz de dirigirme a ti. El corazón desviado, el corazón partido, hecho añicos por el pecado de perder su referencia, su propio ser corazón. Que no es otro que amarte, celebrarte, adorarte, recibir en su cuenca el don de tu amor.

Enigma

8 de febrero
Miércoles V

I Re 10, 1-10 Fue a desafiarle con enigmas

 Y se me ocurre, Señor, que nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestra economía, nuestra política, son un poco como la reina de Saba con Salomón:  acuden para  desafiar con sus enigmas, con sus misterios incomprensibles.  Eso sí, el enigma mayor es mi propio ser ante ti. Si te escucho, en un silencio que lo abarca todo, más allá de cualquier ciencia, trascendida ésta, tú resuelves todas mis dudas. No hubo cuestión tan oscura que el rey no pudiera resolver.

Templo

 7 de febrero
Martes V

I Reyes 8, 22-23.27-30 Vuelve tu rostro a la oración y súplica de tu siervo, Señor

Díos mío, escucha el clamor y la oración que te dirige hoy tu siervo. Día y noche estén tus ojos abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu nombre.¡ Escucha la oración que tu siervo te dirige en este sitio!  Y dicen, Señor, que  te referías al templo de tu cuerpo. Somos templos tuyos, en nuestro cuerpo. Y ahí es donde tenemos que adorarte, en espíritu y verdad. Y dirigirnos a ti desde el templo de tu Iglesia santa.

Borde del manto

6 de febrero
Lunes V

Mc 6, 53-56 Le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto

Tocar el borde de tu manto, Señor. A eso aspiro. Vislumbro tu presencia, que se acerca alentadora. Signo de vida. Esperanza deseada. Transformación. Plenitud. Luz. Unión. Cercanía salvadora. Extender mi mano para encontrar el borde de tu manto. Sin otra aspiración, sin otra pretensión, pobrecito esclavito indigno. Hallarte. Y quedarme con la reliquia de tu amor. Desde el borde de tu manto.

Sin esperanza

5 de febrero
Domingo V

Job 7, 1-4.6-7 Mis días se consumen sin esperanza

El libro de Job siempre pone ante mis ojos, Señor, a tantos hombres y mujeres cuyos días se consumen sin esperanza, encerrados, sin horizontes vitales, con la conciencia que la trama de su existencia se está cortando sin remedio. Sin posibilidades, aparentemente sin capacidad de transformación, en la noche oscura de sus desvelos. Y ahí estás tú, Señor. Ofreciendo siempre una posibilidad de encuentro inexplicable, que va más allá.

Sitio tranquilo

4 de febrero
Sábado IV

Mc 6, 30-34 Venid vosotros solos a un sitio tranquilo

Tiempo solo para ti, tiempo para estar solo contigo, tiempo abundante cada día de intimidad y unión inexplicable en medio de los ajetreos idas y venidas, en medio de una vorágine que continuamente ofrece vías de escape al ser profundo. Tiempo gratuito que tú me ofreces, dispuesto siempre a que acuda a ti y en ti descanse mi vida, aunque yo no sepa bien como.Sitio tranquilo.

 

 

Herodes

 

3 de febrero
Viernes IV
Mc 6, 14-29 Pídeme lo que quieras, que te lo doy

¿Te pediría también, Señor, la cabeza de mis enemigos, de aquellos que denuncian e interpelan mi vida, mi comportamiento, mis inocencias, impropias de alguien ungido por ti? ¿Me dejaría llevar por el convencimiento que poseo lo que es don y lo ofrecería como recompensa? ¿Cuánto de Herodes hay en mi ser?

Vida religiosa

2 de febrero
Presentación de Nuestro Señor

Lc 2, 22-40 El espíritu santo moraba en él

Gracias, Señor, por el don de la vida religiosa a la Iglesia. Gracias por la vida contemplativa, por los monjes y mojas que en la soledad y el silencio son signo de la radicalidad que lleva a tu plenitud. Gracias por las órdenes y congregaciones de vida activa, dedicadas a tantos ministerios, que son signo de tu presencia liberadora en nuestro mundo. Tu Espíritu suscita la vida religiosa, la mantiene, y la hace fecunda. Gracias.

 

Entre nosotros

1 de febrero
Miércoles IV

Mc 6, 1-6 No es éste el carpintero, el hijo de María

Te doy gracias, Señor, por todas las personas que, alrededor mía, en mi proximidad, llevan una vida de unión profunda y mística contigo, pasando desapercibidas. Te pido perdón por todas las veces que, al considerarlas tan cercanas, me parece imposible que se de esta unión, y dejo pasar la oportunidad de reconocer tu paso en nuestras vidas.