Miércoles Santo

20 de abril
Miércoles santo

Mt 26, 14-25 Id a la ciudad, a casa de Fulano

Este fulano, cuyo nombre permanece en el anonimato de la historia de la salvación, me representa, Señor. Me pides, ahora que se acerca tu momento, entrar en mi casa y celebrar la pascua en mi casa, con tus discípulos. Quiero abrirte mi casa, mi corazón, mi ser. Quiero que entres, que permanezcas, que bendigas el pan y el vino en mi hogar, que te entregues para unirme a ti.

Martes santo

19 de abril
Martes santo

Jn 13, 21-33.36-38 Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar

Escucho tu palabra, Señor, y se que soy uno de los que te entregan, según mi conveniencia, cada día. Se que te amo y se que te entrego, y me quedo maravillado del amor que pones en mi, permanezco dolorido porque te entrego, entregándome a los poderes y criterios de este mundo tan alejado de tu Reino, de la Buena Noticia de salvación, que te lleva hasta la muerte. Mírame con ojos misericordiosos.

Lunes Santo

18 de abril
Lunes santo
Jn 12, 1-11 María tomó una libra de perfume de nardo auténtico y costoso…

…y tuvo el gesto generoso de amor inaudito, pues te fingió los pies y te los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume que llega hasta nosotros, Señor, en este lunes santo. Estar contigo, verter en ti nuestra autenticidad, lo mejor de nuestra vida, para unirnos a Ti, en tu Pasión.

Domingo de Ramos

17 de abril
Domingo de Ramos
Mt 21, 1-11 ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Déjame, Señor, al inicio de esta Semana santa, unirme al coro de los que te reciben extendiendo el manto de su existencia por el camino apara que pases, cortando las ramas para alabarte, alfombrando la calzada para que entres en la ciudad santa, donde te vamos a traicionar. Déjame, Señor, al menos ahora, cantar y proclamar: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Úneme a tu pasión, a tu gloria.

 

Pasión

16 de abril
Sábado V de cuaresma

Jn 11, 45-57 Al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Es lo que te pido, Señor, casi en el pórtico de la Semana Santa. Que contemplando lo que has hecho por nosotros, muchos crean en ti y te reconozcan como Señor y salvador de su vida. Que este tiempo, de muerte y resurrección, traiga a la vida verdadera a los que se acerquen, desde lejos de la Iglesia, a ti.

Te amo

15 de abril
Viernes V de cuaresma
Salmo 17 Yo te amo…

Unido a Ti, Señor Jesús, tan próximo a tu pasión, recito este salmo de amor y confianza: yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Dios de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos.

 

Tu Dios

14 de abril
Jueves V de cuaresma

Gn 17, 3-9 Seré tu Dios, y el de tus descendientes

Sigues siendo Dios, el Dios de nuestros antepasados, el Dios de nuestros descendientes. Dios de Dios, que vives desde siempre y para siempre. El Dios que haces alianza con nosotros. Se aproxima, Señor, el tiempo en el que sellas la alianza en la cruz. Haz que nos preparemos a celebrar con un corazón agradecido el misterio de nuestra fe.

Verdad

13 de abril
Miércoles V de cuaresma

Jn 8, 31-42 Sin embargo tratáis de matarme a mi, que os he hablado de la verdad

Se acerca, Señor, el tiempo de tu pasión por ser testigo de la verdad, de la verdad que nos hace libres. Te encadenamos a nuestras mentiras, a nuestras falsedades, a nuestras justificaciones, a la realidad que tratamos transformar según nuestros intereses. Te encadenamos con nuestros relativismos y te llevamos a la cruz.

Oración

12 de abril
Martes V de cuaresma

Salmo 101 Señor, escucha mi oración

En la oración siempre quiero que me escuches, Señor, que oigas el lenguaje de mis silencios, sin hablar, sin susurrar, sin que pronuncie mi voz; escucha mi corazón distraído que se hace presente ante ti, y que te ofrece todos los anhelos que quieren ser saciados en ti, Señor. Señor, escucha mi oración.

Mi pastor

11 de abril
Lunes V de cuaresma
Salmo 22 El Señor es mi pastor

Después de leer la historia de la casta Susana, en la primera lectura,  y de la mujer a la que Jesús salva de ser apedreada, en el evangelio, repetir el salmo 22 es un acto de singular belleza: el Señor es mi pastor, nada me falta, reparas mis fuerzas, aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.