Luz y salvación

4 de diciembre
Viernes I de adviento

Sal 26 El Señor es mi luz y mi salvación…

Tiempo de adviento. Tan propicio para decir, el Señor es mi luz y mi salvación. Tú mi luz. Cristo Jesús, luz interior, no dejes que mis tinieblas me hablen, me atrapen, Cristo Jesús, luz interior, ayúdame a acoger tu amor. Este canon de Taizé me acompaña. Desde la oración cantada en centro en ti, en tu luz admirable, en tu fuerza invencible, Señor Jesús.

12.4

Animo y paz

3 de diciembre
Jueves I adviento
Is  26 Su ánimo está firme y mantiene la paz…

¿por qué? ¿por qué en medio de las vicisitudes de cada día, de los problemas más habituales, de las preocupaciones, de las esterilidades, de la conciencia de la propia limitación, del propio pecado, de la constatación de la pobreza y la debilidad personal y colectiva el ánimo está firme y mantiene la paz? Porque confía en Ti, porque es eterna tu misericordia, porque tú eres Dios y tú nos iluminas.

12.3

Mi pastor

2 de diciembre
Miércoles I de adviento

Sal 22 El Señor es mi pastora, nada me falta…

Nada me falta, Señor, pues tú eres tú en mí, y yo soy todo en ti y para ti. Sin ti las cañadas oscuras son más oscuras, y el temor se hace inaudito. Se que tú vas conmigo, y esto me basta. Tú mis verdes praderas, mi fuente tranquila, mi fuerza reparada. Tu bondad y tu misericordia me acompañan, eso me basta. Esa es la verdadera esperanza, tan alejada de los fuegos artificiales con los que se quiere teñir la vida en medio de los desiertos cotidianos. En el desierto, en la falta de fecundidad, estás tú. Allí te encuentro.

 12.2

El renuevo

1 de diciembre
Martes I de adviento

Is 11, 1-10 Brotará un renuevo del tronco de Jesé

El brote de una tierra nueva donde se practique la justicia y la paz, donde todo sea armonía, donde haya y se manifieste la reconciliación universal. De lo antiguo nacerá un renuevo. ¿No lo notáis? Verdaderamente cuesta notarlo, Señor, en medio de tanta desolación, de tanta esperanza edulcorada y falsa, de… Y sin embargo estás ahí, preñando de salvación la historia personal y universal. Esa es la verdadera esperanza. Saber que estás.

12.1