Mi pastor

2 de diciembre
Miércoles I de adviento

Sal 22 El Señor es mi pastora, nada me falta…

Nada me falta, Señor, pues tú eres tú en mí, y yo soy todo en ti y para ti. Sin ti las cañadas oscuras son más oscuras, y el temor se hace inaudito. Se que tú vas conmigo, y esto me basta. Tú mis verdes praderas, mi fuente tranquila, mi fuerza reparada. Tu bondad y tu misericordia me acompañan, eso me basta. Esa es la verdadera esperanza, tan alejada de los fuegos artificiales con los que se quiere teñir la vida en medio de los desiertos cotidianos. En el desierto, en la falta de fecundidad, estás tú. Allí te encuentro.

 12.2