20 de noviembre
Viernes XXXIII
Lc 19, 45-48 Mi casa es casa de oración…
…y se ha transformado en una cueva de bandidos. Hemos olvidado dirigirnos a ti, dialogar contigo, adorarte, alabarte, bendecirte, pedirte, darte gracias, y nos dedicamos a nuestros propios quereres en intereses. Y tú, Señor, nos miras con ¡tanta misericordia! al tiempo que nos reprochas que hemos convertido tu casa de oración en una cueva de bandidos.