Absalón

5 de febrero
Martes IV
2 Sm 18, 9ss Ojalá hubiese muerto yo en vez de ti, Absalón, hijo mío.

La humanidad de David, tan cierta, desborda una vez más. Recibe la muerte de su hijo, del hijo que quería su muerte y destrucción, y llora desconsoladamente, en un llanto de perdón y ofrecimiento. Ojalá hubiese muerto yo en vez de ti, hijo mío. Es la dinámica tan incomprensible del amor que, tantas veces, nos supera y nos lleva a cotas de enorme generosidad. En lo callado, en los escondido, nos unimos al amor que Dios tiene a la humanidad, y damos también nuestra vida.