Confío

24 de enero
Jueves II semana
Salmo 55 En Dios confío y no temo

¿Brotó del corazón de David este salmo cuando Jonatán le dijo: “mi padre  Saúl te busca para matarte”? ¿Rezaba este salmo la multitud que seguía a Jesús, la muchedumbre sufriente, que querían tocarlo para ser sanados de sus enfermedades? ¿Hizo carne esta palabra el mismo Jesús cuando vio acercarse la muerte y se  hizo uno con la voluntad del Padre? ¿Recito esta oración cuando me asaltan los temores y me hallo en las sombras de la vida cotidiana, y me acechan los fantasmas que pueblan mi interior? En Dios confío y no temo, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.