Irse en paz

29 de diciembre
Octava de navidad

Lc 2, 22-35 Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz

La paz del saberte presente en medio de nuestra historia y nuestra vida; la paz del haberte reconocido con estos ojos que se han de comer la tierra y, sin embargo, si te ven a ti te seguirán viendo en gloria y esplendor. La paz del que reconoce tu luz como la que ilumina el mundo, la luz interior que me ofreces, que ya me das, porque me haces tuyo. Tu paz, Señor, que he cantado en la noche de paz. ¿Qué paz recibo de ti?