Dios de vivos

24 de noviembre
Sábado XXXIII
Lc 20, 27-40 No es Dios de muertos sino de vivos
Y nos conduces a la vida. Por eso creo, Señor, que lo que aparta de tu vida plena y verdadera no viene de ti; por eso se que estás en lo que me llena de vida, en lo que me da plenitud, en lo que me hace revivir en medio de la crisis, de la enfermedad, de la desdicha, en lo que me hace salir de mí mismo para entregarme más a ti y amar más al prójimo cercano o lejano, en la renuncia que hago, lleno de alegría, por ti y tu evangelio, que me libera para ti, Señor y dador de vida.