28 de abril
Viernes II de Pascua
Jn 6, 1-15 Cuando se saciaron
de tu abundancia. Más alegría has puesto en mi corazón que si abundara en trigo, ese del pan multiplicado, un grano no hace granero pero ayuda al compañero, que si abundara en vino, el de Caná, el agua transformada por tu hora pascual, aquí estoy saciado por ti, en medio del torbellino, de la algarabía, en el más puro silencio, tu más preciado don, el manantial de tu palabra, venid a mí y saciaros de mis frutos, más dulces que la miel del mejor de los panales, tu manjar.
En el país de la vida el débil supera al fuerte
En el país de tus ojos no hay miradas asesinas
En el país de tus labios mi nombre no tiene nombre