31 de mayo
La Visitación de la Virgen María
Sof 3, 14-18 Gózate de todo corazón
Alégrate, gózate, regocíjate, grita de júbilo, porque el Señor, tu Dios, está en medio de ti y ya no temerás.
Es así. En medio de ti. En la soledad de la ermita urbana, en el fulgor de la batalla, en lo oculto y desapercibido, en lo manifiesto en el candelero, en el desbrozar caminos, en el corretear por sendas que ignoras, en el silencio callado y musical, en la proclamación con voces que descuajan los cedros del líbano, el Señor, en mi, me ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.
Virgen callada, Madre del silencio
de naturaleza oculta, cotidiana
Madre del Misterio, de ojos interiores
pobre entre los pobres, llena de luz.
Tierra de Dios
Agua de vida
Madre del abismo, muéstranos a tu hijo
Madre del abandono, enséñanos el camino
Madre del olvido humano, solo por Dios admirada
quédate con nosotros, visita nuestra mañana.
El Evangelio según San Lucas dice que, unos días después de que el ángel Gabriel anunciase a la Virgen María que iba a ser madre de Jesús, la Virgen se dirigió presurosa a la montaña, a visitar a su prima Isabel y permaneció con ella unos tres meses.
La Virgen María acudió presurosa, como tantas veces hace con nosotros, para ayudar en las tareas, algunas dolorosas, y suavizar las dificultades.
Nuestra Madre siempre está atenta a nuestros problemas y cuando pedimos su ayuda Ella nos ampara. Está en nuestro corazón y sus hijos en el suyo traspasado.