11 de marzo
Miércoles II cuaresma
Mt 20. 17-28 No ha venido pera que le sirvan, sino para servir
Así has venido Tú, para dar tu vida por nosotros. Así nos has mostrado el camino de nuestra propia salvación, darnos contigo, servir y no buscar ser servidos. El mensaje es claro y sin embrago, ¡cuánto me cuesta comprenderlo vitalmente! Conviérteme, Señor, y haz que crea de verdad en tu evangelio, en la Palabra que has pronunciado para la dicha verdadera, para alcanzar la plenitud.
Y la Cuaresma sigue pasando, y el Evangelio sigue hablando de servir, de servicio, de dar…
A eso viniste tú, Señor, a enseñarnos a servir, nos enseñaste como ser el más pequeño, el último entre todos. Y a mí, a veces, me cuesta entender tu Palabra, tu enseñanza, y me olvido del que tengo enfrente porque me considero superior, porque no le acepto, porque no quiero servir a nadie y entonces, le miro por encima del hombro para poder verle más pequeño que yo, y paso de largo, y no miro, y no veo para así descargar mi culpa.
Perdoname Señor, perdóname.
Has venido a servirnos, a salvarnos, y nos das la clave: seguirte, descentrarnos de nosotros mismos y colocarte a ti en el centro. Que yo lo comprenda Señor, que te vea a ti en los demás, que me importen de verdad… para que pueda servirles en lo que pueda, como tú quieres, sin esperar nada a cambio.