Tenía miedo

19 de noviembre
Miércoles XXXIII

Lc 19, 11-28  Te tenía miedo, porque eres un hombre exigente

En la parábola de las onzas que el noble reparte entre sus empleados,  para que las negocien mientras está fuera, escuchamos esta frase en boca del que recibe una onza y no la ha puesto a producir. Te tenía miedo. El miedo que anula y que paraliza. El miedo que distancia y que esteriliza. El miedo que me aleja del amor. El miedo, Señor, que me separa de ti. “Por tu boca te condeno…” Que el amor venza al miedo en el día de hoy.

Autor: Nano SM

Religioso Marianista, sacerdote. Actualmente trabajo en la pastoral de un colegio en Madrid, precisamente donde estudié y sentí la llamada a la vocación religiosa. Desde hace tres años escribo cada día un comentario a la Palabra de Dios, que me ayuda a encarnarla y a darla a los demás. De alguna manera participo en la misión de María, dando a Jesús, dando su Palabra.

2 opiniones en “Tenía miedo”

  1. Repartes tus bienes y dices que negociemos con ellos mientras te esperamos. Y no son sólo nuestras capacidades las que hemos de manejar, sino también y sobre todo los bienes del Reino: la verdad, la sencillez, la humildad, la paz, el amor… hacer que rindan, sacarles beneficio implica trabajar con ellos.
    Y es entonces cuando tengo miedo, Señor. No cuando trabajo en algo para lo que sé que tengo «talento», sino cuando tengo entre mis manos tus bienes. Tengo miedo cuando he de buscar la verdad y gritarla; dudo cuando he de optar por lo más sencillo aunque parezca lo más cómodo; tiemblo si pienso que he de reconocer que me he equivocado; me enfado si no corresponden al amor que he entregado… Ven conmigo, Señor,cuando he de negociar tus bienes.

  2. Te tenía miedo porque eres exigente. Y el Señor no nos exige, solo nos ama, y ese amor que recibimos gratis es lo que hemos de poner a trabajar, gratis, para que se multiplique en nuestro «bolsillo».
    Cada uno hemos recibido de Dios nuestras onzas de oro, nuestros talentos, cada uno tenemos un «algo» que poner a trabajar, seríamos unos necios si nos lo quedaramos para nosotros solos. si no compartieramos con los demás lo que Dios quiere darnos.
    Unos tendrán diez, otros cinco y otros uno, pero todo se multiplicará con el amor que Dios nos tiene si sabemos emplearlo.
    El miedo solo conseguirá que escuchemos de Dios lo que no queremos oir: empleado holgazán.

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