28 de enero
Sábado III
Mc 4, 35-41 ¿por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?
Pánico a las tempestades externas e internas, a los vientos que mi ego desata, a las tormentas de los sentimientos, de los apegos, de las fantasías…Miedo a hundirme y enfarragarme en las arenas movedizas de mi falta de fe. Sin darme cuenta que caminas siempre conmigo. Tras tanto miedo escucho tu reproche: ¿por qué sois tan cobardes? Aún no tenéis fe?
Me muevo de puntillas por miedo a despertarte pero cuando tropiezo el ruido es tan grande y el eco tan profundo que no tengo más remedio que reconocerme en tu mirada. Y entonces soy yo quién duerme confiada.
¡¡Tú reproche es fuerte Señor!!
Nos enseñas a ponernos en todo momento en tus manos, y nosotros queremos seguir apoyados en nuestras fuerzas, las cuales flaquean como una caña.
Perdona Señor, nuestra necedad. Teniéndote a Ti, nada debemos temer, nadie nos amedrenta.
Pongo mi corazón en Ti , sabiendo que me darás toda la valentía que necesito para confiar plenamente.