4 de julio
Jueves XIII
Gn 22, 1-19 ¡Abrahán! El respondió: “Aquí me tienes”
Aquí me tienes. Aquí estoy. Aquí soy, todo para ti. En tus manos voy y vengo. En voluntad pongo mi vida, y trato de entregarme a ti con la misma capacidad de donación que tú me das, pues sin ti ni me tienes aquí, ni aquí estaría en ti, ni fuera todo para ti. Llévame tú hasta el monte que tú mismo me indicas, desposeído, desprendido, pobre y sin presencia, para sacrificarte a mi único hijo, al hijo de tu promesa, a mi futuro. Dame el darme todo, sin querer entender lo incomprensible. Sólo tenme para ti.
Solo tenme para ti
desposeída, desprendida,
sin presencia
en ti muerta
en ti la vida
sola por ti
Enamorada
“Aquí me tienes” Es una de las mejor disposición de un cristiano en la presencia de Dios.
Si soy tuya, aquí me tienes, no debo poner ningún optaculo a que tú realices tu voluntad en mí, yo quiero corresponder con prontitud.
Abrahan respondió: Aquí me tienes.
Aquí me tienes, Señor, aquí estoy, aquí tienes mis manos, mis ojos, mis pies, mi boca… Quiero ser tuya y para ti, para contemplarte en la cruz y abandonarme a tu amor. Aquí me tienes pobre, sin carga, sin nada más que mi insignificante y pobre entrega pero con el ánimo y la fuerza de seguirte hasta donde me lleve tu voluntad.
Hoy mi petición es clara: Señor, aumentame la fe para que mi respuesta a tu llamada salga de lo más profundo de mi y de mi vida, vida llena de soles y sombras, de luchas y miedos. Aquí estoy y aquí sigo.