11 de diciembre
Jueves I de aviento
Is 41, 13-20 No los abandonaré
Siempre estás con el pobre y el abatido, pues te has hecho pobre y has sido abatido por nosotros. Siempre estás cercano, pues has compartido la condición humana, y has sabido lo que es el abandono, la injuria, la calumnia, la opresión. No nos abandonarás en nuestra sed de Ti, pues has pasado sed y e has sentido abandonado por el mismo Dios. No nos abandonarás y por eso nos alegramos con el Señor, con el santo de Israel, que ya viene, ya está cerca.
Es verdad, Señor, estás siempre de parte del pobre, del débil, y quieres que nosotros también tomemos partido y nos pongamos de su lado, de tu lado, porque Tú te has hecho pobre por nosotros. Y haces de tu deseo nuestra sed: tenemos sed de tu Palabra, de tu presencia, esperamos que vengas a nuestra vida, que nazcas pobre en nuestro corazon. Esperamos saber elegir tu pobreza y poder llamarnos bienaventurados.
Tú no abandonas a nadie, nadie se siente defraudado si te busca.
Tú quisiste hacerte hombre y nacer en un establo. Quisiste, como hombre, pasar sed, calor, hambre, soledad, injurias, desprecios, todo lo que un ser humano puede padecer a lo largo de su vida, para que de esa manera cuando nosotros non sintamos despreciados, solos, hambrientos o sedientos, podamos acercarnos a ti y sentir tu consuelo, tu comprensión, tu apoyo, tu ayuda.
Viéndote recostado en un pesebre es más fácil acercarse a ti. Esperamos tu venida…